Por Daniel Díaz Siñuela

Si existe un nexo común  en la población en estos días es la enorme incertidumbre que nos ha traído todo lo relacionado con la COVID-19.

Es un tema de conversación recurrente en el trabajo, en nuestras casas y en los medios de comunicación. Cada vez aumenta más la esperanza y el deseo de conseguir la ansiada “normalidad”, entendiendo por la misma volver a la vida que teníamos antes. Un elemento determinante para que esto pueda ocurrir será gracias a la Vacunación Masiva que actualmente se está administrando a toda la población. Por tanto, las Vacunas se han convertido en la esperanza de la población para volver a la normalidad tras la pandemia de COVID-19. 

A pesar de ver esta luz al final del túnel, nos gustaría compartir el hecho de que hay factores que dependen de nosotros para aumentar la eficacia de las vacunas, algunos de ellos modificables como por ejemplo la Actividad Física. 

Según un estudio de Valenzuela, P.L., et al. (2021) se muestra la evidencia que apoya el papel de la actividad física sobre la eficacia de las vacunas, tanto de forma regular (ser activo en el día a día) como de forma aguda (efectos de una única sesión de ejercicio antes de la vacunación). 

En este sentido, si analizamos el efecto del ejercicio agudo (una sola sesión antes de la vacunación), se ha observado un aumento en las concentraciones de catecolaminas y miocinas, lo que contribuye al aumento de la respuesta de los anticuerpos y, por tanto, mejora la eficacia de la vacunación

Por otro lado, analizando las adaptaciones fisiológicas de sesiones repetidas de ejercicio (en una persona entrenada) se ha observado una reducción de la Inmunosenescencia. Este concepto hace referencia a los cambios que se producen en el sistema inmunitario a causa del envejecimiento y que afectan la inmunidad innata y adaptativa. Estos cambios predisponen a padecer enfermedades infecciosas, cáncer, autoinmunidad y a respuestas escasas tras la administración de vacunas.  A su vez, se analizó un aumento de la “vigilancia inmunitaria” y del número de células y su función inmunitaria. 

Como hemos comprobado en el análisis de este estudio, el efecto tanto agudo como crónico del ejercicio físico es aumentar la eficacia de las vacunas frente a la COVID-19. Si aún estás dudando en comenzar un programa de actividad física, esperamos que con este artículo tengas la motivación necesaria para ponerte a ello. Recuerda acudir a un profesional del ejercicio, el cual adaptará el volumen e intensidad a tus necesidades físicas. No todo vale en esto de la actividad física, exige un profesional cualificado y bajo unas garantías de seguridad.

 

BIBLIOGRAFÍA

  • Valenzuela PL, Simpson RJ, Castillo-García A, Lucia A. Physical activity: A coadjuvant treatment to COVID-19 vaccination? Brain, Behaviour and Immunity (2021)
HOLA, ¿EN QUÉ PODEMOS AYUDARTE?